La soledad recompensa la inspiración para escribir.

Ni arcas de plata y oro, ni un reino secreto, yo sólo sueño que mi corazón este lleno de amor. Apuesto a que no puedo ocultarlo, pero sólo es un camino en el desierto sin final, mientras tanto muero miles de veces y no hay un lugar donde pueda descansar.
Daniel O. R.

martes, 19 de noviembre de 2013

Los ecos húmedos de tiempos distantes

(Basado en la canción Echoes de Pink Floyd)

Escucho un eco humedecido  de algún tiempo distante que ha quedado atrapado en el hueco de mi alma empolvada por la arena marina verdosa.  No quiero que este eco de mi pecho se escuche en la superficie.  Nadie sabrá el por qué. Sin embargo,  algo se agita aprisa, creo que tratara de salir, comienza a escalar y busca escapar hacia la luz azul.

Por fin ha escapado,  y se ha ido. Nadie sabe a dónde se fue, nadie sabe si es verdad o una mera ilusión. ¡Ayúdenme a entender mejor lo qué pasa! ¡Ayúdenme a volver a ser normal! ¡Ayúdenme a olvidar este dolor!  ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!...

Ha pasado mucho tiempo, ahora nos hemos vuelto viejos paseando por todas las calles agrietadas y polvosas de las ciudades abandonadas  por los hombres  y transitadas por los fantasmas de los recuerdos grises, ya no se escucha el rugir de los carros, ya no se escuchan los ladridos de los perros y el chillar de las aves. Sólo el viento  con su andar afanoso levanta los ecos atrapados de la ciudad y hace que  se oigan algunos mormullos, algunas risas y algunos llantos.

Por accidente nos hemos vuelto a encontrar, es muy extraño porque nuestras miradas separadas chocan, yo soy tu y a quien veo es a mí. Te cojo de tu gélida mano y te llevo a través de laberintos de cristal negro hasta guiarte por lago de caracolas y albatros que flota inmóvil en el aire, su profundidad es baja y sus olas son enormes. Durante nuestro andar nadie hablará y nadie intentará ver el eclipse rojo. Al llegar veremos una silueta oscura casi humanoide flotando en el agua verde marina, el cual nos llama para seguir adelante, ahora, sólo cierra tus ojos que parecen dos ámbares azules sin brillo, no pienses en nada y pronto estarás en sus brazos de hueso, no tengas miedo ya la muerte te sumergirá para que tu alma inquieta duerma profundamente hasta que el tiempo se vuelva cenizas. 

Ante mis despiertos ojos todo se desvanece en un humo verdoso mar, me levanto y corro hacia la ventana de aquella pared carcomida por el tiempo y trato de ver si caminas por la calle, pero sólo veo un perro que le ladra a un carro pasar y a una parvada de aves chillar. Los rayos del sol chocan en mi rostro frio y cadavérico, cierro mis ojos y le pido que me de alas de cera para poder volar y buscarte por todo el mundo siempre con los ojos abiertos para llevarte al lago de caracolas y albatros.


DANIEL O R.



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