Fragmentos de un solitario
Mis deseos efímeros trasmutan en
desamores encarnados como agujas de maguey clavadas en la piel quemada del
indígena anegado y orgulloso de raíz, pero maldito en destino. Soledad en mis
entrañas, hambrientas de mordiscos de almas compañeras y delicadas. Sediento de
suspiros poéticos que estrujen mi pecho herido y llenen el vacio mortífero por
la huida de el alba en mi delicado espíritu. Sigo los pasos de un lobo
estepario, errante y con frio en la piel, con los huesos carcomidos por las
pugnas cuerpo a cuerpo con el horror de la
vida. Sin embargo, estoy postrado a la orilla del risco de aquella
montaña vieja y cansada. Aullando mis
pesares a la luna como un Rapsoda
declamando una triste lirica a la majestuosa Selene.
Quiero
descansar en mi lecho de tierra seca y arenisca, cubrirme con el manto negro de
la noche, observando a los centinelas tintineantes de la obscuridad, mientras
que la luna acaricie mi rostro cadavérico con su fría luz. Cerrar un
instante mis ojos encrespados por el cruel viento que a su paso expedito
levanta hebras de polvo gris y negro. Momento de obscuridad total, percepción
de sonidos fastuosos, y resulta ser un concierto armónico de los arboles
coreando en fraternidad con el viento y los insectos, acompañados en sintonía
con el eco de un búho impaciente y hambriento de polillas de cristal.
Solo, hambriento y pensativo, he comprendido que soy un cerrar
de ojos del tiempo, que la muerte siempre me asecha y estremece mis sentidos,
congelan mi sangre y paraliza mis nervios. Pero ahora que estoy a punto de
verte, eso ya no importa. El camino ha sido largo y he pelegrinado a un lugar
olvidado, sólo con mi esqueleto abrigado
de carne roja, amarrado con venas
polvorientas y forrado con piel arisca del tiempo viejo. Sentado e impaciente
para ver tu destello en el cielo obscuro, y esperando verte danzar a la salida
del alba, mientras el fino abrigo del rocío cubre mi frio cuerpo. Pero un eco
en mis entrañas me dice que en la morada de la muerte aún no ha cerrado y hay
muchos vacantes, y esperan por mí… ¡No, no
quiero irme, quiero quedarme frente a tí! Para poder escapar un momento
eterno de la gente que vive en el humo vicioso de la degradación.
Daniel O. R.
Brain Damege,Pink Floyd. Una canción que inspira hasta el más humilde escritor.
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